martes, 9 de julio de 2013

Un mundo feroz

9 de Mayo de 2008
Tono de marcado.
Voz nerviosa, manos temblorosas y sudadas... ¿Dónde puse el número? ¿Dónde, dónde? Ajá!
Marcación de números... tono...
-Laboratorios Romero, ¿en qué le puedo servir?
-Buenos días señorita. Hablo para el resultado del examen de embarazo.
-Claro que si. ¿A qué nombre?
-Rebeca Acosta
Mientras busca los resultados, Rebeca no sabe qué pensar, está feliz y espectante al mismo tiempo. Al otro lado de la bocina, una persona muy despreocupada rie y juega con otra enfermera. Rebeca se molesta y pide algo de empatía y respeto por su presente situación. Mientras pensaba en lo ruda que era la enfermera... -Es positivo. Así nada más, y muy descaradamente.

Silencio. Nada más horrendo que el silencio cayendo por un precipicio, donde ni tus gritos los puedas escuchar.

-Gracias, contesta Rebeca con apenas un suspirito de aliento.
-Que le vaya bien!

Que le vaya bien? QUE LE VAYA BIEN?? Si tan sólo alguien le hubiera dicho a Rebeca el papelón que se le venía encima.

De pronto todo cambió. Nada fue lo mismo. El mundo se reacomodó mientras Rebeca colgaba el teléfono en cámara lenta. Su cara atónita, inexpresiva, totalmente fuera de toda razón le confirmaba que ahora no había marcha atrás, que este momento había sido la cúspide de sus logros, de sus metas, de sus aciertos y desatinos. ¿Aquí se acaba mi camino de mujer independiente y libre? Completamente sola consigo misma tal y como llegó al mundo, daría vida a otro ser igual a ella. No tenía idea de dónde empezar.

-Bien, pues tengo que dejar de fumar. Adiós para siempre a mi único vicio favorito!
-Es hora de decirle a mamá y a papá. Nada por aquí, nada por allá... Avísanos cuando nazca. A decirle a la hermana y a los hermanos... no me interesa, gracias. Que padre por ti. Felicidades.
-Tal vez de los amigos se obtenga más alentadora respuesta... WOW Felicidades.... felicidades... felicidades... y nada más.
-Chance y la familia del novio tenga algo que decir... excelente recibimiento. Se encontró la familia adoptiva que se necesitaba.
Y el novio? Contentísimo, más que feliz de ser padre.

-Cómo añoro una cerveza de barril oscura. Mmmhhh!! Deliciosa que caería en este calorcito que ya empieza a calar.
-Mmmhh!! Qué rico serían unas galletas con jamón y coca-cola con mucho, mucho hielo.
Y así Rebeca tendría mucho de dónde antojarse mientras no fuera leche que la hacía inflarse como un globo, quesos y yoghurts que sólo le armaban la revolución en el estómago, o picantes e irritantes que le recordaban que ahora ya tenía gastritis.

A los 3 meses empezaron los problemas. Lágrimas aquí, lágrimas allá. Puro sentir, puro llorar. Nadie parece entenderla. Todos creen que Rebeca se ha convertido en algún tipo de monstruo enorme, con tentáculos de pulpo que atrapan y destrozan todo lo que agarran. No entienden que su comportamiento es incontrolable, inevitable porque no lo provoca ella, sino lo que está en la química del cuerpo. Siempre ha sido buena... ahora la gente la reconoce como insolente y perjudicial. No es digna de confianza por su volubilidad, ya no es digna de paciencia, no es digna de consuelo, no es digna de compañía.

-No puedo fumar, no puedo tomar, no puedo drogarme para escapar. Quiero sentir nada, sólo quiero desaparecer. Me aviento del balcón de mi oficina en el segundo piso? Ay no, que papelote y toda la gente me va a ver. Me corto las venas? Ay no, me da asquito la sangre. Me pongo a huelga de hambre? Ay no, tengo demasiada hambre siempre. Qué hago? Oh, qué es eso ahí? Un gancho de fierro, bien. Tal vez eso me pueda ayudar.

Pero no ayuda. Sólo marca la piel y el proceso es poco confortante. No funciona.
-No tengo tanta imaginación y no se me ocurre nada más, así que mejor lloro hasta el cansancio.
Y así, Rebeca llora todos los días. Carente de amigos y carente de compañía para desfogar sus emociones llora inmersa en frustración.
-Tengo ganas de pegarle a alguien, pero cada vez es menos la movilidad que el bebe me permite. Y ella cada vez menos va a poder moverse para cualquier cosa. Entonces, continúa llorando protegida por ella misma y su rudeza, su amor propio y la poca confianza que le queda.

Ahora se habla muy políticamente con todos. Se ha prohibido ser ella misma y expresar sus verdaderas emociones por temor a provocar más rechazo, más alejamiento por parte de quienes la rodean. Se ha baneado ella misma por agradar a quienes supuestamente la deben amar por como es.


Rebeca se vuelve nada, sosa, aburrida, común, sin novedad, sin chispa, sin nada. Todo se lo da a la criatura que lleva en brazos, mientras lacera sus pezones al amamantarse, el nuevo ser que ha llevado en su vientre por nueve meses le devuelve la mirada, como si se compadeciera de ella. Pobre Rebeca, pobre tonta que no supo a tiempo en lo que se metía. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario