"Arrimarme así contigo en las noches,
tocarte y sentirte pegado a mi es de lo más delicioso del mundo", le dice
mientras la abraza por atrás.
Consciente de su cuerpo, de su forma y sus curvas, la vuelven loca sus manos, su miembro fuerte y amenazador entre sus nalgas. El olor de su cuerpo en las mañanas, esa mezcla entre desodorante y loción de afeitar; los roces matutinos cuando suena la alarma, sus labios suaves y carnosos, su naturaleza humana... son situaciones que ella jamás podrá cambiar por otras en toda la eternidad. Ella lo reconoce, lo siente desde adentro.
Consciente de su cuerpo, de su forma y sus curvas, la vuelven loca sus manos, su miembro fuerte y amenazador entre sus nalgas. El olor de su cuerpo en las mañanas, esa mezcla entre desodorante y loción de afeitar; los roces matutinos cuando suena la alarma, sus labios suaves y carnosos, su naturaleza humana... son situaciones que ella jamás podrá cambiar por otras en toda la eternidad. Ella lo reconoce, lo siente desde adentro.
Vibra, se emociona, se moja y atiende las
necesidades naturales mientras no puede sacarse de la mente tenerlo en ella. Le
suma un punto al amor de forma instantánea y como cuando se prende un cerillo,
enciende su parte privada, después su vientre, su estómago, y luego su pecho y
garganta con sólo pensar en el acto de amar. Una sonrisa entonces, ilumina su rostro.
Sabe que sus manos son únicas. A veces le
sorprende sentir como si tuvieran vida propia: saben a dónde ir, saben cómo
llegar, saben qué hacer. El tacto es importante cuando se llega a sufrir de
emoción con ese suspiro que acaricia la piel. Se antoja un arrebato de
sensaciones, se antoja volverse impredecible.
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